El paciente critico es definido como aquel individuo que cursa con alto estrés fisiológico como respuesta a una alteración anatómica y/o fisiológica. Los pacientes ingresados en estas unidades son susceptibles de múltiples complicaciones derivadas por la inmovilidad, ventilación mecánica, fármacos, malnutrición, procesos inflamatorios sistémicos, entre muchas otras causas que afectan la funcionalidad, calidad de vida y grado de dependencia, pudiendo culminar en una discapacidad permanente (Martínez C, et al. 2020).
Históricamente, el rol del fisioterapeuta se ha encaminado en intervenciones asistenciales que rodean los términos de atención en los dominios cardiovasculares, pulmonar, tegumentario, neuromuscular y musculoesquelético logrando una rehabilitación integral con un grado de funcionalidad que se obtiene mediante el ejercicio físico, movilización temprana, rehabilitación cardiopulmonar y desempeño motor (Truong A, et al. 2009). Asi mismo, Thomas, A. J. (2009) menciona que los Cuidados Intensivos son un área de atención altamente especializada para la resolución de patologías de alto costo, cuyo objetivo es brindar una atención integral a pacientes en condiciones críticas, es por ello que los pacientes hospitalizados en UCI requieren intervenciones médicas, quirúrgicas, farmacológicas y fisioterapéuticas de alta complejidad.
Actualmente, la evidencia científica de calidad respalda estrategias propias de esta disciplina para la recuperación de la función en pro de un contexto real para el paciente en UCI, este pensamiento integrador, no solo garantiza el egreso exitoso de la persona en la Unidad de cuidado intensivos, sino que da, una mayor esperanza de vida y de reintegro social a largo plazo (Hermans, G, et al. 2014). Sin embargo, es importante conocer que muchos de los manejos médicos necesarios y muy rutinariamente aplicados en las unidades de cuidados intensivos, causan comorbilidades deletéreas en el funcionamiento de la persona, tal es el caso de la sedo relajación profunda por largos periodos, la inmovilización protectora, que en ocasiones es innecesaria, o la sobre medicación con soportes farmacológicos los cuales son agentes facilitadores de delirium, infecciones nosocomiales y desacondicionamiento físico (Ferraz et al., 2018).
Es por ello, que el ejercicio físico prescrito, planificado y estructurado a las necesidades particulares de cada persona no solo logra disminuir el requerimiento de soporte farmacológico y mecánico como la ventilación artificial, sino que logra disminuir la incidencia de enfermedades metabólicas, nerviosas, musculares y hasta mentales, condiciones típicas en esta población, y relacionadas directamente con estancias hospitalarias prolongadas (Stiller, K. 2013). Resaltando que, esta prescripción individualizada y según necesidades de los pacientes debe ser dirigida por un fisioterapeuta especialista en cuidado crítico o con especialidad a fin, para poder garantizar estos resultados.
Por otro lado, se encuentran las modalidades terapéuticas relacionadas con la electroterapia, crioterapia, musicoterapia y a pasos agigantados técnicas de neurorrehabilitación para las unidades de terapias intensivas y que deben dominar los fisioterapeutas de cuidado crítico; las cuales, buscan disminuir signos y síntomas relacionados con aspectos físicos como el dolor neuropático o nociceptivo, la ineficiencia muscular por alteración de fibras musculares o cuadros mentales como el delirium asociado a la pérdida del sueño (Needham, D. 2008). Finalmente, y no menos importante es necesario conocer que existen problemas que sufren los pacientes que permanecen durante largos periodos de tiempo en la UCI/UTI llamado “síndrome post cuidados intensivos” que incluye, deficiencias cognitivas, dificultades psicológicas y deficiencias físicas, tanto en la función pulmonar, como en la neuromuscular una vez que el paciente es dado de alta, y que a su vez, son dependientes de las intervenciones realizadas previamente en terapia intensiva por los fisioterapeutas.
En conjunto, estos problemas conducen a una falta de desempeño en las actividades de la vida diaria y a una disminución de la calidad de vida de los pacientes debido a un desacondicionamiento físico en el paciente crítico que puede alargarse una vez haya finalizado su estancia en la UCI (Charri, et al. 2013). De esta forma, la intervención fisioterapéutica hospitalaria debe comprender paradigmas en pro del bienestar del paciente altamente comprometido, asegurando una intervención integral con miras a resolver necesidades agudas y crónicas mejorando el pronóstico de vida y promoviendo el reintegro social desde la realidad de la estancia hospitalaria (Fernández, B, et al. 2017).
Dicho todo lo anterior, tambien es necesario fomentar estrategias terapéuticas con fundamento en el movimiento corporal humano como eje principal para buscar el bienestar integral de nuestros pacientes, pero sobre todo a realizar la atención del paciente crítico sin olvidar que es un ser humano viendo más allá de la gravedad de su condición de salud. Pero para lograr estos resultados y los expuestos en las diferentes fuentes bibliograficas, es necesario que los fisioterapeutas tengan conocimientos más allá de los aprendidos en pregrado (licenciatura) para poder abarcar al paciente como un todo y analizando no solo la biomecanica de manera aislada sino mejor, de manera multisistémica.
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