Ft. Esp. Devi Geesel Peñaranda Florez

15 de sep de 20204 min.

¿ANDADOR SÍ O NO? Análisis desde la fisioterapia

Actualizado: 8 de feb de 2021

Los andadores para bebés se han utilizado desde el siglo XVII; sin embargo, durante las últimas tres décadas debido a informes sobre lesiones asociadas con andadores infantiles se ha planteado preguntas sobre la seguridad y la racionalidad del uso de estos. Muchos desconocen que la andadera no solo no es útil, sino que favorece las caídas y traumatismos en el niño además de una serie de alteraciones para el adecuado desarrollo. Entre las causas frecuentes de accidentes en el segundo semestre de la vida se encuentran las relacionadas con el uso del andador (Ariel, MS., Thitphalak, MS., Jingzhen Y. et al. 2018). Un estudio señaló que el conocimiento de los peligros asociados no han disuadido a los padres de usar estos aparatos (Shiva, F. Ghotbi, F. Yavari, SF. 2010). No obstante, existen otros peligros a los que están expuestos los niños, además de los golpes y caídas que sufren en su desplazamiento. En estos, se incluyen los accidentes por envenenamiento donde el 45% ocurren por ingerir plantas, cigarrillos, medicamentos, líquidos de limpieza, y otros (Mroz, LS., Krenzelok, EP. 2000).

El correcto neurodesarrollo de los niños, depende en gran parte de la interacción con su entorno, sabemos que las manos y pies son el primer canal sensorial explorado. Entonces, ¿por qué colocarlos en una andadera? si esta representa una barrera. La postura adquirida dentro de una andadera y la restricción de acceso al entorno, no permite que los inputs táctiles de manos y pies lleguen correctamente al cerebro; además, que produce un salto en los hitos del desarrollo siendo la etapa del gateo la más afectada (Garrett, M., McElroy, A M., Staines, A. 2002; Avila, R. Castro, M. 2005). Destacando, que el efecto positivo del gateo se ha documentado en diversos estudios (Cimbiz, A., Bayazit, V. 2005; Clearfield, M. 2004).

Por otra parte, es claro que las improntas motoras son establecidas a partir de las experiencias con el entorno, por lo que la fuerza de gravedad se hace indispensable ya que esta, puede ejercer una acción de ayuda al movimiento o de oposición. También, es de conocimiento que la gravedad ejerce una acción sobre la totalidad del cuerpo, pero también de forma independiente sobre cada segmento corporal originando así, dos centros de gravedad. El estímulo de suspensión que proporciona la andadera anula totalmente esta fuerza de gravedad y por ende, la adquisición de patrones de movimiento y condición física del niño no son los adecuados.

La mayoría de las lesiones descritas en niños que usan andaderas (8 por cada 1000) son caída por las escaleras (78%) y el promedio de escalones en la caída es siete. Se han observado: traumatismo craneoencefálico no grave en 72%, contusiones, fracturas de cráneo, antebrazo, subluxación dental y hematomas extradurales en un 21%. Otras lesiones han sido laceraciones, epistaxis, quemaduras, pellizcamiento de los dedos de manos y pies. Además, se han reportado casos dramáticos como la contractura de los músculos isquiotibiales que asemejan una diplejía espástica a causa del uso temprano del andador (Engelbert, RH., van Empelen, R., Scheurer, ND. 1999). El desarrollo de deformidades en pies de los menores como el pie plano y genu varo son frecuentes. Así mismo, las deformidades en piernas debido a la inadecuada base de sustentación que es mantenida de forma prolongada, genera una modificación en la descarga de peso. También, se pueden ver alteraciones de cadera como consecuencia del apoyo poco ergonómico que brinda la postura de suspensión. Podemos ver que a futuro las andaderas potencian una mayor inestabilidad en la marcha, alteración en el desarrollo del esquema corporal, pérdida de la percepción del espacio y de la gravedad, alteraciones de equilibrio que propician caídas frecuentes por el no adecuado desarrollo de las reacciones de enderezamiento y protectoras (American Academy Of Pediatrics. 2001).

Dicho lo anterior, como padres y profesionales de la salud, debemos ser conscientes que el niño dentro de una andadera no se esfuerza para dominar el movimiento de sus piernas. Lo cual es fundamental para el desarrollo muscular. De igual forma, este aparato obliga al niño a permanecer sobre las puntas de los pies, una posición anómala que con frecuencia se mantiene de forma prolongada en los meses posteriores. Lo normal y natural, es un traslado por su propia cuenta, esto les ayuda a aprender cómo evaluar distancias y a percibir la profundidad. Recordando que la percepción de la profundidad, parece deberse menos a la maduración y edad del niño; sino mas bien, a la experiencia de los lactantes para moverse dentro de su entorno por sus propios medios.

Por lo tanto, la sociedad tiene el concepto que los andadores o caminadores ayudan a los niños a caminar más rápido, pero en realidad lo que se está logrando es un desplazamiento; más no la adquisición de una destreza motora, por esto y porque no está demostrado que brinde la función de aprendizaje de la marcha (Burrows, P. Griffiths, P. 2002) es que pediatras y fisioterapeutas desaconsejan su uso, así como indican la conveniencia de prevenir a los padres acerca de los riesgos que implica su utilización (American Academy Of Pediatrics. 2001). Pero, a pesar de la evidencia científica y las recomendaciones, este aparato sigue siendo una tradición popular (Kendrick, P. Marsh, P. 1998).

Por último, podemos concluir que la mejor opción es brindarle a los niños mas tiempo en el piso para facilitar el adecuado neurodesarrollo; resaltando que, como sustitutos de las andaderas podemos encontrar; los baby gym, encierros seguros, corrales infantiles, pisos de fomy, tapetes acolchados, alfombras o en su defecto el mismo jardín de la casa el cual deberá adaptarse para brindar seguridad. Espero que esta información, te haga ver el uso de las andaderas como la imagen principal de este post. Una andadera vieja, obsoleta y sin respaldo científico para su uso.

#Neurología #Pediatría #Fisioterapia

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