Durante siglos, el agua fría ha sido considerada como héroe o como un villano, esto es debido a que tiene efectos beneficiosos como perjudiciales. En la antigüedad, al describir la desafortunada expedición marítima del general persa Mardonio, se describió que los que no sabían nadar perecieron por dicha causa, y otros por el frío. En diciembre de 1790, el Dr. James Currie, un médico, presenció una multitud que no pudo ayudar cuando la tripulación de un velero estadounidense varado cayó al mar a 5° C y se ahogó, dicha experiencia llevó a Currie a emprender los primeros experimentos registrados sobre los efectos de la inmersión en agua fría (CWI) en humanos (Tipton, et al. 2018).
Aunado a esto, la natación en agua fría, también conocida como natación en invierno o natación en hielo, describe a la natación al aire libre (lago, río, mar, piscina) principalmente durante el invierno o en las regiones más frías y polares. Esta forma especial de deporte de resistencia se vuelve más popular día con día. La natación en agua fría se puede utilizar como un término general para nadar en agua fría o helada y la natación de invierno implica específicamente que debe ser en invierno. Dicho esto, en países más fríos, puede ser sinónimo de nadar en hielo cuando el agua está congelada debido a que nadar en hielo requiere explícitamente que el hielo se rompa (Knechtle, et al. 2020).
Por lo anterior, las intervenciones de recuperación se han convertido en una parte integral de la mayoría de los programas de entrenamiento en atletas. Una recuperación adecuada permite restaurar el funcionamiento fisiológico y psicológico, minimizando los efectos de la fatiga y permitiendo a los atletas entrenar y competir de manera óptima. Con esto, estrategias son utilizadas para mejorar el proceso de recuperación, incluyendo la recuperación activa, estiramiento, masaje, sueño, compresión e hidroterapia. La hidroterapia es un término amplio que abarca la inmersión en agua fría, la inmersión en agua caliente, la terapia con agua de contraste y la inmersión en agua termoneutral. La CWI es una estrategia de recuperación popular y existe un creciente cuerpo de evidencia que respalda su uso (Stephens, et al. 2018).
En los últimos años, la natación en hielo (en agua por debajo de 5 ◦C) se ha convertido en un deporte durante todo el año, con muchos nadadores participando y compitiendo regularmente en eventos locales e internacionales. Incluso, varios estudios han sugerido que la natación en agua fría tiene una amplia variedad de beneficios para la salud, incluidos cambios en la función hematológica y endocrina, menos infecciones del tracto respiratorio superior, mejora de los trastornos del estado de ánimo y bienestar general (Knechtle, et al. 2020).
Por otra parte, al referirse a la restauración de los procesos fisiológicos y psicológicos del cuerpo a un estado y un nivel de rendimiento previos a la fatiga como recuperación del ejercicio, les contamos que una gran cantidad de investigación se ha centrado en las modalidades diseñadas para acelerar la recuperación, siendo una de las técnicas más frecuentes la inmersión en agua fría. Sin embargo, dado el uso generalizado de CWI como modalidad de recuperación, así como los hallazgos contrastantes informados hasta la fecha, se justifica la aclaración de los efectos de CWI en las adaptaciones del músculo esquelético al entrenamiento físico en humanos. (Broatch, et al. 2018).
De acuerdo a los estudios encontrados, los efectos de la inmersión en agua fria en atletas de alto rendimiento se reflejan en mejores medidas de recuperación, después del entrenamiento en los niveles de LDH circulantes más bajos a las 24 horas posteriores a la recuperación en la condición CWI (441,9 6 81,4 UI / L) que en la condición de control (493,6 6 97,4 UI / L; p = 0,03). La potencia muscular estimada fue mayor en el CWI que en la condición de control para ambas extremidades superiores (757,9 6 125,1 W frente a 695,9 6 56,1 W) e inferiores (53,7 6 3,7 cm frente a 35,5 6 8,2 cm; ambos valores de p = 0,001). Además, se observa menos dolor muscular percibido (1,5 6 1,1 unidades arbitrarias [au] versus 3,1 6 1,0 au; p = 0,004) y una recuperación percibida más alta (8,8 6 1,9 au versus 6,9 6 1,7 au; P1⁄4,005) en el CWI que en la condición de control a las 24 horas posteriores a la recuperación (Hohenauer, et al. 2020; Abaïdia, et al. 2018; Boujezza, et al. 2018).
Finalmente, la inmersión de agua fría en atletas de alto rendimiento ha mostrado que puede proporcionar un efecto beneficioso para la recuperación tanto en situaciones agudas como crónicas cuando los atletas de deportes de equipo de élite están expuestos a altas cargas de entrenamiento (Stephens, et al. 2018). A pesar de ello, es indispensable continuar con la investigación de nuevos estudios que brinden información de los dispositivos utilizados, métodos y estrategias de intervención en los tratamientos, así como protocolos de ejercicios regulares que, al mismo tiempo, incluyan intervenciones simples y de bajo riesgo.
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