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Depresión y ansiedad en jugadores rugby

Actualizado: 8 feb 2021

Todas las variables psicológicas son determinantes en cualquier aspecto general de la vida condicionando el rendimiento en diferentes contextos del individuo. Actualmente, existen diferentes estudios que se centran sobre la importancia del bienestar psicológico dentro de las disciplinas deportivas como causante de la variabilidad dentro de un juego o después de él; así como sobre la incidencia o prevalencia de lesiones deportivas y enfermedades (Garcia E. et al. 2006; Auweele, Y. et al. 1993). En la última década, los deportes de alto nivel competitivo, como el rugby, han suscitado gran interés por parte de los investigadores para la generación de un mayor entendimiento sobre la ciencia del deporte. Por lo tanto, nosotros no seriamos la excepción para revisar este interesante tema.


Dentro del aspecto psicológico, la ansiedad ha tenido un rol importante en las ciencias del deporte, pues la variabilidad de esta, se muestra como un factor que puede mejorar el desempeño. También, se ha encontrado que la depresión puede llevar a disminuir la cantidad y calidad del desempeño dentro de un ámbito deportivo (Arbinaga F. 2005 et al.). Algunas variables que influyen sobre la ansiedad y la depresión en deportistas se deben al tipo de deporte; por ejemplo, Furst y Tenembaum, demostraron que la ansiedad era más común en deportes individuales frente a los deportes grupales, y en tal caso, era mucho más fácil para estos primeros manejar los síntomas dentro de una competencia. Otro estudios, dejan al descubierto otros factores que influyen sobre la alteración psicológica en el deporte. Los hombres, aunque con más determinación, tienden a sufrir más ansiedad frente a las mujeres, de manera inversa sucede con la depresión (Salazar C. et al. 2017).


Se ha visto que la depresión, en su caso puede llevar a estilos de vida sedentarios o a reducir el nivel competitivo del atleta; así lo demuestra un estudio realizado por Audestad et al. 2008. Igualmente, en un estudio longitudinal realizado por Harris et al. 2006 con 426 pacientes y con un seguimiento de 10 años, muestra los beneficios que prevalecen sobre la población activa físicamente dado los múltiples efectos del ejercicio físico a nivel emocional, social y físico. También, se ha podido considerar que existe una correlación positiva de la postura de los jugadores sobre competencia o rivalidad dentro del juego que puede sumar síntomas y pasar del goce y disfrute del deporte a la agresividad (Gonzalez-Garcia H. et al. 2017). De esto, la importancia de asistir al deportista en el componente emocional, ya que hace parte de la prevención primaria en el atleta evitando el fracaso, la exclusión e incluso lesiones deportivas.


Otro estudio dirigido por Nicholls et al. 2009 determinaron el perfil psicológico de la ansiedad de acuerdo a las temporadas de juego y encontraron que estos deportistas tenían niveles más altos y marcados de ansiedad a nivel pre-competitivo (p = 0,02), pero en competencia aumentaba la ira; igual se refleja en la revisión llevada a cabo por Jones 2003 sobre el control de las emociones en el deporte. También, Robazza et al. 2007 en un estudio transversal con 197 atletas de rugby determinaron que los jugadores tenían un incremento en el estrés previo a competencia y que tendía a presentarse como facilitadores del rendimiento en competencia.


En una investigación que hemos realizado para el Centro de Estudio e Investigación FISICOL en Cúcuta, Colombia (Pereira-Rodriguez J. et al. 2019). Hemos logrado demostrar en 44 deportistas de rugby de campo en modalidad de 15’s de género masculino con una edad promedio de 19,61 ± 3,90 en años y una talla de 1,73 ± 0,08 con un peso de 72,99 ± 18,49. Se encontró un consumo máximo de oxígeno de 40,23 ml·kg·min-1 ± 6,44 y una media de 202 cm ± 24,79 para el test de salto. Y se logró determinar que solo el 2,27% de los jugadores presentaban rasgos depresivos y el 25% tenían patrones de ansiedad.



En la figura 1 se observa la tendencia de los valores para la edad, talla, peso e índice de masa corporal (IMC). La gráfica de edad muestra que existen las mismas probabilidades de sufrir ansiedad en todo el ciclo vital.



Por lo tanto, nuestros resultados demostraron que existe una alta correlación positiva entre la ansiedad y el porcentaje de grasa corporal (r = 0,675) lo que sugiere que aquellas con un exceso de grasa corporal alto tienen una alta probabilidad de tener ansiedad.



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